HISTORIAS DE FUENSANTA

Este blog parte del Centro Guadalinfo de Fuensanta con la intención de dar a los usuarios un espacio donde poder contar Historias de las Gentes del Municipio. Sus autores son gente llana y humilde, fuensanteñ@s inquietos con ganas de expresar y contar lo que han vivido.

3/16/2006

LAS VIVENCIAS DE UN FUENSANTEÑO EN AÑOS DE POSGUERRA


Antonio Torres Díaz, fue un vecino de la villa de Fuensanta de Martos. Un hombre trabajador, bueno, cariñoso, gracioso y muy simpático según dicen las personas que le conocieron.

Cuando sus padres estaban recién casados y su madre estaba embarazada de pocos meses, muere el padre. Antonio nació un 27 de Septiembre de 1905, huérfano de padre en el seno de una familia apodada “Los Avares”. Al ser pequeñito y criarse con su abuela todos le decían cariñosamente “Mi Avarillos” de ahí su mote Antonio “Avarillos”. Pasó su niñez y su juventud como otro de tantos en aquella época de penurias.

Fue albañil, se casó y tuvo cinco hijos de los cuales tres nacieron antes de la guerra civil y otros dos durante la misma, un sexto embarazo no llegó a su buen fin, debido a que el día en que lo detuvieron, hubo un momento violento cuando empujando a su esposa provocándole una caída por las escaleras con la horrible consecuencia de que embarazada de siete meses pierde a su hijo.

El no participó en política, ni en el tiempo de la República, ni durante la guerra, ni al terminar esta. Su único delito fue ser de izquierdas o rojo y al tomar Franco el poder todo el que no fuera de derechas o nacionalista estaba en el punto de mira. Hoy en día hay libertad de ideologías, pero en aquellos años y en una dictadura se consideraba un delito y un delito castigado con la cárcel. Y eso le pasó a Antonio, un hombre que jamás se metió con nada ni nadie, pero sus “ideas” le llevaron a enemistarse con algunos “personajes” del pueblo de Fuensanta.

De la noche a la mañana se encontró detenido y trasladado a la cárcel de Jaén sin más explicaciones. Fue juzgado por desacato al Régimen y su condena fue: pena de muerte. Después de pasar algunos meses en la prisión lo trasladan al penal del Puerto de Santa Maria en Cádiz. Allí pasó cuatro años con la agonía de pensar si le tocaría salir al patio; pues cuando llamaban a los presos por sus nombres y les decían, salir al patio ya sabían para que era, pues les fusilaban, teniendo que salir luego algunos hombres para recoger los cuerpos de sus compañeros, echarlos a un camión y limpiar la sangre del “lugar de recreo”. Con esas y otras barbaries pasó los cuatro años hasta que lo vuelven a trasladar a Sama de Langreo en Asturias, a unas minas de carbón, donde fue obligado a trabajos forzados. Allí pasó otros tres años de su vida, subsistiendo con un cacito de calabaza cocida al día, viendo como morían compañeros por la desnutrición y por enfermedades.

En total cumplió siete años y nueve meses de condena. Estando en las minas de Asturias le llegó el indulto y lo pusieron en libertad, sin dinero, sin conocer a nadie y enfermo. En Asturias conoció a un señor que tenía una zapatería y el cual le dio trabajo durante seis meses, hasta que ganó unas pesetas para poder pagarse el viaje de vuelta a casa.

Por fin después de casi ocho años regresó a casa, enfermo de cuerpo y alma, donde vivió unos pocos años más, porque la pena de muerte que en su día le fue impuesta y no se llevó a cabo, se la dosificaron a lo largo de esos ocho años, lo mataron cada día un poco, hasta que su cuerpo no aguanto más y murió en casa rodeado de los suyos.

Durante esta etapa final, su hijo Antonio a la edad de 33 años fue asesinado en Barcelona también por causa de su ideología política.

Sus delitos fueron tener ideas contrarias al Régimen, es decir ideales socialistas.

Espero que en España siga la libertad de expresión que rige hoy en día, sin miedo a represiones y con total libertad.

La nieta de Antonio Torres Díaz

Teresa Parra Torres